Asi comenzo nuestra Historia

“No recuerdo bien como comenzó todo, solo sé que comenzó”.

Si tuviera que pararme un segundo y recordar cómo llegué a construir mi alimentación, cómo es que todo se fue transformando, podría indicar que el punto de partida  estuvo al recibir el diagnóstico de autismo de mi hijo Federico. Si bien toda mi vida intenté llevar una vida saludable, nunca lo conseguí con bases firmes, recién hoy comprendo el porqué.

Recuerdo cada minuto en el que recibí el diagnóstico, recuerdo cada respiración y sensación en mi cuerpo. Por mi cabeza solo pasaban tres palabras, no me sentía como si hubiera recibido un baldazo de agua fría, no me sentía paralizada, solo escuchaba estas tres palabras insistentemente, “ como puedo ayudarlo “. El era tan pequeño, solo tenía tres años, su padre, su hermana y yo éramos los únicos que lo conocíamos realmente, los que vivíamos a diario sus intentos frustrados de comunicación, su estar pero no estar, sus juegos repetitivos y automatizados.

Su alimentación en ese momento era desastrosa, hoy lo entiendo, hoy lo sé. Dos años más tarde, luego de intentos repetidos en el área psicológica, decidí que debíamos apostar más fuerte que hasta ahora, ir más allá. Una compañera de trabajo me contó sobre la dieta libre de gluten, azúcar y lácteos, la sentí imposible para él. Aquello que en un primer momento me resultó tan claro, con ese “como puedo ayudarlo” , ahora me parecía inalcanzable. Federico a esta altura consumía 1 kilo de pan de panadería por día, quesos untables comerciales, galletitas del supermercado llenas de azúcar, cereales de anillitos llenos de colorantes y azúcares refinados y varios alimentos desfavorables para las bacterias de sus intestinos.

Muchos de los conocimientos de los que hoy dispongo, comenzaron aquí, con esta historia, con el cambio de alimentación de mi hijo. El universo me cruzo con ángeles (fueron una guía en este camino), con personas que me ayudaron muchísimo y me dieron herramientas para afrontar la transformación que debía hacer en su alimentación. Muchas de ellas son las que transmito en mis asesorías y talleres para continuar con esta rueda universal donde damos y recibimos constantemente. 

En un principio no sabía ni por dónde comenzar, por una lado tenía la exigencia y presión constante de un colegio donde necesitaban un niño que se moviera lo mínimo indispensable, la falta de apoyo y resistencia de la familia, mis propios miedos a dejarlo sin nutrientes, etc. Por estás razones, comencé, me decidí a estudiar, me capacité como Asesora Nutricional y recibí el título de Asesora en dietética y nutrición natural avalado por IATENA, eso me permitió ayudarlo y tener bases sólidas para responder a sus necesidades. 

En un principio los cambios fueron bruscos, un poco por desesperación, confieso, como padres teníamos una presión demasiado grande, de esas que los padres no deberían tener al criar a sus hijos. Pero luego, cambio tras cambio, todo se fue acomodando, tomando forma y transformando, adquiriendo miradas, logrando atender y entender que sus padres no eran objetos, que estaban ahí y podía interactuar con nosotros, saber que hay un “otro” y empatizar con él. El cambio de alimentación nos dió muchas nuevas herramientas con las que trabajar, en dos largos años avanzamos lo inesperado.  Hoy ya llevamos cuatro años de su cambio de alimentación, y de la nuestra unos tres años, a los adultos muchas veces nos cuesta un poco más. 

En mi caso, toda esta transformación me enseñó que toda la vida conviví con alergias y malestares que no estaban dentro de la normalidad que me habían hecho creer. Aprendí sobre fermentos, bacterias, levaduras, procesos naturales, aprendí a hacer todo por mí misma, dejé de trabajar en relación de dependencia, para dedicarme a mi nutrición y la de mi familia de lleno. Logré lo impensable, aquello que 5 años atrás ni me hubiese permitido soñar. Logré calidad de vida para Federico y para nuestra familia a base de cambiar nuestra alimentación y muchos aspectos más en nuestras vidas.

Hoy Federico es un niño feliz, abundante, sin dolores, sin ojeras, sin enfermedades a repetición. Aprendemos que es normal que nuestros niños enfermen, y nosotros también, pero cuando llevas un estilo de vida óptimo, esto no sucede, ya vamos para dos años sin ningún tipo de enfermedad. El intestino y sus falencias puede corregirse con una buena alimentación, tiene su tiempo de recuperación, es muy importante ser constantes y llevar buenos hábitos para resolverlo, para conseguir su sanación. Mi hijo es una prueba de ello, yo estoy en el camino de probarlo, solo necesitas una cuota de paciencia, perseverancia y mucho amor. Cuando lo consigues, tu cuerpo comienza a funcionar en una homeostasis perfecta y esa es tu verdadera transformación. 

Animate a preguntar en comentarios, aquello que te haya quedado inconcluso o que a vos te resultó diferente. Seguro puedo ayudarte.

Amo Nutrirte, es un concepto de alimentación personalizado, adaptable a tus necesidades, de transformación y cambio de nuestros hábitos. Gracias por leerme.

Cynthia